Se cumple un año de su ausencia, un año de ese momento trágico en el que muchos sentimos que una parte de nosotros partía también.
¡Hay tantas maneras de evocarlo! en mi caso surgen, como tibio recuerdo, los inolvidables momentos compartidos en y desde la poesía que fue el puente para forjar una amistad
maravillosa. Esa misma poesía surge ahora en estos versos de su poema: "Incapaz de la pregunta" del libro En voz desmayada y baja:
Cuando padecemos, y en algunos es más sendero de lo que parece
acostumbra pensarse en singular la suerte mala
Si el dolor es por demás la cosa propia,
fuere así o provenga de seculares ruinas,
y las piedades con tanta proclamación a veces
no anclan el cuerpo de uno donde se siente,
en la prudencia de reflexionar en pena
las desdichas del amor,
del tiempo, los aplazamientos y la espera:
ante las destrucciones que los poetas narran
mi grito sabe fingir.
Tu decir; querido y nunca olvidado Ernesto, seguirá siendo maravilloso, sanador.
Graciela Bucci
Ernesto Goldar en la Feria
Internacional del Libro de Buenos Aires 2011
Despedir a Ernesto Goldar, queridísimo amigo, es bucear hondo en la tristeza, armarse de coraje y, desde la nostalgia que golpea, evocar al que fue. Al que seguirá siendo para muchos. Un hombre dotado de extraordinario talento para el decir, “el biendecir”, encarado desde todos los campos que abarcó con convicción y excelencia: la filosofía, la política, la literatura, dejándonos, desde allí, magníficos ensayos que eran verdaderas propuestas de desafío intelectual, o la profundidad de sus poemas tanto intimistas como de índole social. Un maestro, para quienes hemos tenido el placer de atesorarlo como amigo, un consejero cierto y comprometido, un hacedor apasionado de proyectos, un escucha nunca carente de empatía hacia quien se le acercaba. Por eso, también, este dolor de hoy, tarde opaca de invierno, esta resistencia inexplicable a la aceptación de la muerte, este golpe en el alma.
Graciela Bucci - 18 de julio de 2011
En algún rincón de la memoria tengo atesorado el primer encuentro con Ernesto Goldar. Fue en una librería de la Av. Corrientes cuando tuve la ocasión de adquirir su libro de ensayos: El peronismo en la literatura argentina. En ese texto elaborado con el rigor analítico que lo caracterizaba, sentí que Ernesto estiraba su mano para estrechar la mía, más allá de la presencia física que tuvo lugar varios años después. En efecto, cuando lo conocí personalmente en la SADE, él estaba entre los asistentes de la reunión de AERA conducida por Alejandro Drewes y Silvia Long-Ohni. En esa oportunidad, leí una serie de poemas que concluyeron con el dedicado a Juan Gelman. Al concluir, Ernesto se me acercó y me estrechó esa mano que había quedado pendiente desde el primero de sus libros que tuve el placer de leer. Desde entonces, era muy común encontrarnos en distintas veladas donde hacía honor a su amistad, al intercambio de ideas políticas y sociales afines, y a ese fervor que compartíamos por la poesía. Su fascinante personalidad y sus profundas convicciones, nos permitía disfrutar de sus brillantes exposiciones, virtuosas por su conocimiento y precisión. Ernesto, era un verdadero compañero de ruta que nos brindaba su cariño y su sabiduría. En cada uno de los lugares que frecuentó, su imagen ha quedado grabada para siempre. El docente universitario, el notable escritor, el poeta apasionado, el hombre consubstanciado con su gente, son apenas aproximaciones a un denominador común. Ernesto Goldar, pertenecía a la galería de los grandes hombres imbuidos de una humildad conmovedora. Sus amigos, entre los que me encuentro, hemos sentido con su partida, que se nos alejaba un ser fraterno, demasiado cercano como para que nunca lo olvidemos. Pero, ahí esta su obra que debe ser divulgada, porque su perspicacia de fecundo intelectual y hasta su fino humor, han construido uno de los mejores testimonios literarios. De ahí que, felicito sinceramente a la querida amiga y gran poeta Graciela Bucci, la oportunidad de sumar nuestros escritos dedicados al amigo Ernesto Goldar, que nos seguirá acompañando desde la eternidad.
La edición contiene dos libros de Ernesto Goldar, poeta, ensayista, periodista y docente, autor de una veintena de títulos y merecedor del Premio Oesterheld, entre otras distinciones. El primero es un poemario Feria de San Telmo, publicado en 1977. El segundo, da título al volumen Instinto de conversación.
Feria de San Telmo es la visión poética de un “paseante antropológico”- como dirían los sociólogos- por el Bajo, “barrio despreciado como la suciedad de las paredes”, zona citadina donde “la tristeza hiela” y donde la voz lírica, con matiz asertivo expresa que no ha podido “ver un hombre” y donde escuchar un tango nos evoca el Sur de esta ciudad.
No está ausente la mirada social a los grupos humanos que no llegan a constituirse como familia y que deambulan sin domicilio fijo, alimentándose al paso, testimoniando su pobreza y abandono. Sucesivamente vamos percibiendo la actividad portuaria, la actitud metafóricamente suicida de una joven, la cárcel de mujeres junto a la Iglesia de San Pedro Telmo y la Biblioteca Nacional I , cuya descripción esconde el motivo principal: un empleado despedido por causas sutilmente aludidas y que llevan a reconstruir situaciones laborales injustas y opresivas. Biblioteca Nacional II evoca la experiencia del autor como lector a través de un libro que da cuenta de una esperanza juvenil que contrapone a su temple de ánimo actual: “Por ese entonces creía”. Páginas más adelante, Biblioteca Nacional III es la epifanía del amor más allá de todo lo que rodea al personaje imaginario. Parque Lezama I y II son dos poemas que muestran un paisaje pero que a la vez subjetivizan esa mostración.
“Los gatos del mercado”, esos “solitarios paseantes de los resumideros”, esos “inconquistables tribunos de la noche”, “dormilones empedernidos, tibios como una salamandra”: seguramente nunca recibieron mejor homenaje aquellos felinos callejeros.
A medida que hojeamos el libro, va cobrando una dimensión profunda el amor que como en “Ofrenda” puede aludir a una Buenos Aires personificada o a una mujer real pero que ya en “Relevo de prueba” se resignifica en una individualidad femenina, la compañera, la amante y amiga para futuros paseos y descubrimientos.
La contratapa del libro, firmada por Víctor Redondo, pone en relevancia la naturalidad con la que Goldar expresa situaciones cotidianas que dejan de ser propias para ir en búsqueda de identificación en cualquier porteño arquetípico.
Caer en la tentación de la idealización de la ciudad propia o de la nostalgia de un pasado no ha sido el camino fácil seguido por el poeta. No vemos en este libro realidades virtuales ni situaciones programadas de las que podamos sentirnos partícipes como en un holograma. Basta del culto por la novedad, basta de utopías, nada de pretensiones idealistas: Estas páginas nos llevarán a transitar por los barrios del sur como tolerantes y pragmáticos seres humanos, con muy buena onda y “ sin parar de silbar”.
¿Por qué Instinto de conversación? Si escuchamos al azar a quienes nos rodean, percibiremos la necesidad de compartir epopeyas cotidianas, de comentar en tono grandilocuente los avatares de vecinos o conocidos, de solucionar los problemas del mundo y del país, de llevar el tono confidencial a la confesión pública o formular exposiciones desprejuiciadas de amores y odios, de compartir los éxitos de los campeones deportivos, de ufanarnos de nuestros conocimientos de ciencias y artes... Evidentemente, la conversación es una pasión de multitudes en nuestra ciudad, a diferencia de esa Argentina criolla del interior en la que el silencio “ es la flor madura del hombre” como lo entendieron tan bien Atahualpa Yupanqui y el salteño Manuel J. Castilla.
Ernesto Goldar es un poeta de la porteñidad: “Porque cuando uno se maneja con afectos personales / es un tipo exigente, sibarita de los coloquios (...)”
Apreciamos en este poemario la intertextualidad en alusiones a figuras de la literatura, a sus obras o a algunas referencias: Ezra Pound, Flaubert, Baudelaire, Dostoievsky, Borges, Pavese, Manzi. En “Las cosas como son”
Ernesto Goldar expresa su estética personal, absolutamente coherente con su libro: “Sólo la presencia de la emoción gestiona el verso,/ provenga ya de la memoria, la idea / de un acontecimiento, los ruidos de la calle/ o los gritos que mandan los vecinos.” Además, manifiesta su consideración acerca del oficio del poeta en “El nombre por hacer”. Cierra el volumen “Pronóstico del tiempo”, una verdadera interiorización de Buenos Aires, propia, entrañable, sentida y vivida con plenitud.
No está ausente en el poemario la valoración de la belleza femenina, el erotismo, las invitaciones a “intimidades muy satisfactorias” de las que regresa “al rostro matutino”.
Una verdadera clave para el conocimiento del hombre porteño, de vasta cultura y exquisita sensibilidad.
Bertha Bilbao Richter.
Octubre, 2007
"Uno se motiva por afectos personales,
no por la exacta imprecisión de las apariencias,
no por las gratas ideas compartidas tan cambiantes,
no por la irreproducible veracidad de las teorías,
menos aún por un libro, un dibujo, un poema.
Uno se motiva con alguien por lo que tiene de callado, de escondido, de
súplica, de la equidistancia que aparta
como un siglo
uno se motiva por los afectos que no tiene, por el amigo(...)"
De su poemario: En voz desmayada y baja -2009-
En Europa se vive mejor,
oí mil veces.
(Miguel Cané juzgaba la única manera)
Si puedo irme y me quedo,
si los exilios padecidos tan de cerca no pudieron llevarme,
-y hubo absolutos para salir corriendo-
será por esa esfera en fantasearme instantes y silencio,
de andar en conocer lo conocido,
y comprarme un sueño.
Instinto de Conversación,1980
Si es necesario aclarar qué sección
prefiero de tu cuerpo,
me quedo con tus manos.
Si es urgente indicar qué me llevaría de tus manos
en el caso cierto de partir de viaje,
yo pediría la quietud con que tiemblan
cuando a veces –como de común sucede –
no nos ponemos de acuerdo o discutimos.
Y si es posible trasladar un instante
para aprisionarlo en el recuerdo,
elijo ese momento de la pasión con ellas,
cuando tus manos se arman para ejecutar ese juego
de guerra que las mueve y conforma.
Queridos amigos:
Todos los que hemos gozado y enriquecido nuestra vida con la grandeza y humildad de un grande, como el Poeta Amigo, Ernesto Goldar, rezamos juntos una oración que abrace su eterna memoria.
Grupo Literario Té con Palabras
Ernesto Goldar se ha ido un poco, apenas un poco. Su alejamiento, su partida, su ausencia planetaria, eso sí, nos duele mucho, nos acongoja enormemente. Lo extrañamos, ya no podremos verlo. No podremos ya regocijarnos con su infatigable bonhomía y su tan particular humor. Mientras vivamos tendremos con nosotros su recuerdo, siempre aureolado con el encanto de su personalidad, sus gestos moderados, su simpatía, y también, cuando era necesario, la fuerza de sus convicciones que sostenía a ultranza, sin fanatismos ni agresiones. Irrepetible. Nos queda nada menos que su obra bella, grávida y respetable, el eco de sus palabras, la calidez con que atendía a sus poetas en presentaciones y prólogos. Generoso y gentil siempre, infatuado nunca, pese a los méritos y reconocimientos que obtuvo a lo largo de su vida.
Se nos ha ido un poco ¡pero cuánto duele!! No es la indiferencia lo que devendrá de su partida. Está demostrado que es enorme lo que deja tras de sí en todos nosotros, los que lo conocimos y que hoy abrazamos su recuerdo, compartiendo tanto dolor, pero también la felicidad de haber compartido también, muchas horas embellecidas por la calidez de su amistad y la palpitación de sus emociones y de su poesía.
Te decimos adiós Ernesto, deseando que haya en otras galaxias algún lugar donde nos estés esperando para repetir lo irrepetible. Con dolor y esperanza.
Nélida Pessagno
Homenaje desde España a Ernesto Goldar por Edith Checa:
http://poetasquenosdejaron.blogspot.com
Estimado Ernesto Goldar:
He leído tu “En voz desmayada y baja”. Mientras lo hacía, fui sutilmente transportado en un viaje a través de los más de cuarenta años pasados, desde que nos conocimos en aquellas tertulias en el primer piso del café Vesubio.
Le lectura me fue llevando por las calles de Buenos Aires amada, compartiendo, al final, la desilusión de su impiadosa metamorfosis que la convierte en la “ciudad descangayada”. Cuántas veces nos habremos cruzado, sin vernos, en caminatas solitarias buscando ese “lugar perfecto” que alguna vez tuvimos y que hoy ya no sabemos dónde está.
“Me has visto, y no vale la pena disimular
la encrucijada de las esquinas, los designios cósmicos”.
Es curioso que tu poesía casi despojada de imágenes visuales me las haya suscitado, y tantas. Creo ser, Ernesto, de aquellos conservadores de los “sentimientos guardados en un cofrecito”.
Tu poesía está surcada de silencios, insinuaciones e ironías: también de soledad. Tú mismo en tercera persona y los otros aludidos y esa “mano mortal y maniática” enajenada de uno “dibuja palabras, frases y finales”.
“La filosofía primero, después la poesía, ahora el silencio”. ¿Me equivoco o ese “Círculo de Cristal” fue el itinerario del poeta natural?
“Los solos hacen del silencio su mejor discurso”. En silencio gestamos y en silencio nos iremos, y en el medio un escenario donde los cuadros se suceden a los empujones, hasta que ya preferimos quedar detrás de la bambalina, sentados en un banquito, mirando a los otros actores que corren a cambiarse de ropa para la escena siguiente.
No, Buenos Aires ya no es la misma desde que nos dejó por otro, ella renace permanentemente con nuevas vestiduras, nosotros no. Ya casi no la reconozco cuando, cada vez menos, la camino. Repito con el poeta: “Dejé de conocer el centro, ya no es mío”. Tampoco el barrio es ya el de Patio Mío, el de la “ropita colgada” y el “sabalaje bravío”, como la cantó el Cátulo criollo. “Ya no puedo escribir sobre mi barrio –no lo tengo-..”.
“La ciudad es la sorpresa y la tristeza, el silencio y la palabra nueva”.
Nos quedan los trinos del violín de Antonio Agri tocando Piazzolla.
Pero Argentina también es el pueblo chico. El de la pena grande. En la ciudad la gente nos expone su cara visible, afuera “un amigo que de repente muestra el otro rostro es como esas cruces abandonadas en el campo”. Allí la soledad es más solitaria.
En este suelo vive el poeta que se interroga por su “provincia interior” a la manera calderoniana ¿”Depende de mi voluntad, o sólo es sueño...”, este efecto soliloquio donde estoy parado? Ahí es donde va a ser visitado por la musa, ahí precisamente, “en el nacimiento de las palabras, está el verso” del “poema que ontológico y frecuente gratifica”.
Y ya sale de su soliloquio para abrir la ventana de su casa de San Telmo y mirar “las desafinaciones multicolores del puerto” y en el enorme río “una pareja de remolcadores
(haciendo) su trabajo esclavo”.
Y por fin las mujeres, las que “nos ganan la cabeza, los ojos, las manos, el cuerpo” las que nos hacen exclamar sí al universo entero, hasta encontrar a “la mujer enamorada de un poeta al que no cambia por nadie ni le pide nada...”.
El “Círculo de Plata” tiene tres puntos cardinales: filosofía, poesía y silencio. En este último el poeta encuentra “el sistema pensado para mí”. Después de frecuentar el concepto y la palabra bella se instala en el silencio. Con sinceridad nos confiesa que detrás de cien de sus poemas hay una idea reiterada: el silencio.
Me permito extraer unas líneas del hermoso y profundo poema “Todo Depende” violando su integridad:
“Si el silencio es una palabra inexpresable,
cuando alguien pregunta a la vida
por qué vive;........”
“...el silencio es lo más apropiado
que puede decirse”.
El silencio no responde las preguntas, las escucha, como nos dice en “Escuchar Acontece”:
“El poeta origina, vuelvo a decir,
obedece,
a la palabra oye,
la dice con la boca cerrada
y le devuelve la retenida dulzura de su corazón”.
¡Salud poeta! Con todas las letras.
En Feria Internacional del Libro de Buenos Aires Ernesto con Graciela Bucci (abril 2011)
En la Feria del Libro 2011 Ernesto Goldar con las poetas: Lucía Carmona y Graciela Bucci
Goldar nació en Buenos Aires en 1940, fue poeta, ensayista y ejerció el periodismo y la docencia universitaria, además fue coordinador de varios talleres literarios.
Goldar fue discípulo y amigo personal de Arturo Jauretche, de quien supo custodiar y replicar sus ideas en diferentes ámbitos culturales y políticos. Entre los ensayos, las investigaciones históricas y las crítica literaria, se destacan "El peronismo en la literatura argentina"; "La mala vida"; "Jauretche"; "Proceso a Roberto Arlt"; "Buenos Aires: vida cotidiana en la década del '50"; "John William Cooke y el peronismo revolucionario"; "Los argentinos y la Guerra Civil Española"; "La clase media en el '83; ¿Qué hacer con Perón muerto?" y "La revolución argelina".
Además de brindar una innumerable cantidad de conferencias sobre el pensamiento nacional, es autor de los poemarios "Feria en San Telmo" "Instinto de conversación" y "En voz desmayada y baja" fue socio honorario de la Sociedad Argentina de Escritores (SAE) y de la Sociedad de Escritores y Escritoras de la Argentina (SADE).
Se desempeñó también como asesor cinematográfico y fue jurado por el Fondo Nacional de las Artes, en el Congreso de la Nación y para el gobierno de la ciudad.
Entre su vasta producción literaria y ensayística, Goldar participó de antologías sobre la historia y la sociología de Buenos Aires, entre ellas están: "Poetas argentinos del siglo XXI"; "Legado de poetas", "Poesía social argentina" y "Poesía argentina contemporánea".
Como porteño arquetípico, fue autor de varios poemas vinculados al imaginario tanguero.
Obtuvo el premio Oesterheld, distinción que cada año se entrega a personas y proyectos vinculados al pensamiento Nacional y Popular, y durante las disertaciones se destacaba por su poder de profunda oratoria.
Frecuentemente era invitado a participar de conferencias, donde hablaba oportunidades del pensamiento jauretchano, en universidades nacionales, instituciones culturales públicas y privadas. Sus ideas y su pensamiento son citados por autores argentinos y extranjeros. (Télam).