Homenaje a Enrique Roberto Bossero

In memoriam

El 31 de diciembre de 2014 la comunidad artística toda ha recibido el duro golpe del fallecimiento de uno de sus miembros dilectos: Enrique Roberto Bossero.

Hombre de una sutileza que lo definía en el decir a través de su poesía, y de un prodigioso contacto con la música -como concertista de piano-, nos ha dejado a quienes hemos tenido el privilegio de tratarlo, con la sensación de que el vacío que genera su ausencia solo podrá aliviarse con el recuerdo que dejará en cada verso que se lea de su fecunda creación literaria.

Poeta y concertista de piano en su juventud, ha publicado 14 libros, entre ellos "22 poemas casi tristes", "Elegías a la muerte de la palabra", "El amor total", "Continuidad de la inocencia", "Ventana de mar y luna","Celebración de la noche".

Ha recibido importantísimas distinciones y sus textos fueron incorporados en Antologías poéticas del país y el exterior.

Bernardo Ezequiel Koremblit ha dicho de él: "Usted es una rara conjunción del poeta que tiene plegadas dentro de sí, unidas como en un monograma, la inteligencia y la sensibilidad, el saber y el entender con la belleza; en fin, el talento poético con la originalidad..."

El Instituto Literario y Cultural Hispánico (ILCH), lo tuvo entre sus invitados especiales en mesa de poetas, en el "XL Simposio Internacional de Literatura" realizado en Buenos Aires, en octubre de 2014, en la Sociedad Argentina de Escritores (SADE). Su hombría de bien, la nobleza que lo caracterizaba, la humildad con la que asombraba a sus pares, la sensibilidad que imprimía a su poética, harán que su memoria perdure por siempre en nosotros, lectores, amigos.

"(...) y finalmente
si leerte es encontrarnos por instantes
y aliviar desde el papel la espina de la ausencia
¡pregono el libro!
por lo que en él de vos perdura."

Pregono el libro (fragmento) Graciela Bucci

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Dos poemas de Enrique Roberto Bossero

Poema diecisiete
("Continuidad de la inocencia")

Mi mano sabe de ti más que mis ojos
serpiente desconcertada que se envuelve en tu geografía
sin la avaricia de postergar otras sublimidades.
Fácil es amarte después de medir tu cuerpo
de hallar en su transcurso el escondite
donde habrán de desbordar tus poros
sobre los míos calladamente hambrunos.
A veces mi mano intenta rectificarte
para adivinar el espasmo de tus sentidos
la exageración de tus ojos
pero todo se concentra en el límite de tus extremos
y entonces pareces tan blanda como las nubes y el silencio
ese silencio que apuesta una carta con corazones
mientas yo busco los tuyos y tu cuerpo
se queda latiendo hasta en la prisión de los anillos.
La noche desmiente a los espejos
y es verdad porque son mis ojos los que ahora te reflejan.
Si un día mis manos te olvidaran
yo no sabría qué hacer para empezar a amarte.

Poema cuatro

Tocar un vals de Chopin
después de
tantos años de tocar los valses de Chopin
ahora que diluvia
niebla
frente a un mar que no es mar porque es
cielo
tocarlo en el piano de siempre
el Pleyel ya centenario
hoy quizá un poco ronco por la humedad
que lo atormenta
(allá donde está ¿también diluvia?)
tocar un vals de Chopin
ahora
no mañana ni dentro de un rato
ahora
burlando la distancia el desasosiego la
inútil soledad
la intemperie
sería como
nacer otra vez
nacer de vida reiterada
con sueños en desmesura
sin fatiga de bostezo
sin trueque de inocencia
reconstruidos.
Tocar un vals de Chopin
ya.
Ya.
Y no vayan a creer que digo todo esto porque estoy
un poco triste.

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